Lo prometido es deuda y aquí está la crónica de lo que 14 horas y 49 minutos me depararon en una travesía única.
Primero nos
remontaremos unos meses atrás cuando se empezó a gestar firmemente la idea de
ser finisher del Soplao. Siempre he jugado y entrenado mucho al baloncesto pero
tras colgar las botas por consejo de mis rodillas (qué listucas ellas) mi
cuerpo decidió expandirse lentamente a lo ancho. Lo bueno de medir 192
centímetros es que no se nota “tanto” pero cuando en la navidades de 2013 me
subí a una báscula y vi reflejado en la pantalla 102 kgs mi mente entró en
estado de shock. Dejando de lado el baloncesto, viendo que de momento el
running era muy cool para mí y que salir a correr me castigaba todavía las
rodillas me propuse el objetivo de participar en el Soplao 2014 en mountain
bike. Mucho, muchísimo trabajo en la sombra, aprender a comer… y gracias a la
paciencia de Mari, me pude plantar el sábado 24 de mayo con 88 kgs y unos
cuantos kilómetros en las piernas en la salida de la prueba en Cabezón de la
Sal.
Desde hacía mucho
tiempo Garmi (que ya había realizado la modalidad de ruta a pie) y yo veníamos
hablando de esta carrera y decidimos que era el momento de apuntarnos y
participar juntos. Habíamos hablado de finalizar realizando la medalla de
bronce (dejar el recorrido en 100 kms más o menos) pero en mi mente no empezaba
a caber otra cosa que no fuera acabar. Parafraseando un poco a Luis Aragonés: Acabar,
acabar y volver acabar era lo único que contemplaba.
La semana previa a la
carrera me la pasé mirando la previsión del tiempo cada dos por tres. Los
pronósticos cambiaban cada hora y cada página daba unos pronósticos diferentes.
Lo que si parecía claro es que haría frío y que en algún momento la lluvia
haría acto de presencia. Por esto, y mucho más, a esta prueba se le conoce con
el sobrenombre del Infierno Cántabro. 165 kms y 5000 m de desnivel por las
montañas cántabras y la arbitrariedad de la climatología norteña hacen de esta
carrera una prueba con tintes épicos.
El sábado a las 5 de
mañana estaba arriba. Había dejado preparada toda la indumentaria y comida que
iba a llevar. Geles para los momentos de más estrés, barritas energéticas
cortadas en bocaditos rápidos, pastillas isotónicas,… El tiempo aunque fresco amanecía
sin nubes cargadas de agua.
A las 6:45 había
quedado con Garmi en un punto de Cabezón para preparar las bicis e ir a la
línea de salida. ¡Y ya había muchísima gente! No pudimos colocarnos en la recta
principal de salida, una pena, porque no íbamos a poder escuchar el Thunder de
AC/DC a todo volumen de la salida. Al final estábamos situados en una calle lateral rodeados por centenares
de bikers. La tensa espera se hizo más amena compartiendo inquietudes y
batallitas con otros participantes. ¡Qué maja es la gente en estas pruebas!
A las 8 de la mañana arrancó
la prueba y tardamos unos diez minutos en cruzar la línea de salida. Nos
dirigimos al primer puerto a los 3 kilómetros de comenzar y tapón. 4500 bikers
es lo que tiene. Tratamos de colocarnos lo mejor posible para ir ganando
posiciones mientras tocaba empujar la bici en estas primeras rampas. En cuanto
fue posible nos subimos a lomos de nuestras burras y fuimos tirando para
arriba. El primer descenso es rápido y peligroso. Bajo más rápido de lo que
suele normal en mí hasta que en las primeras curvas veo al primer caído.
Empiezo a bajar más despacio y otro biker, con muy mala pinta, caído en la
siguiente curva. Buff, hay que tener mucho cuidado. La pista es de grijo y hay
que ser muy cuidadosos. Hemos venido a disfrutar y hay que aplicar toda la
precaución que sea posible.
En esta primera parte
del Soplao tengo las pulsaciones muy altas. Entre los nervios, la tensión y un
ritmo alto no hay manera de bajarlas pero me siento muy bien y no le doy mucha
importancia. Poco a poco llegamos a la subida de la Cocina. Menudos rampones.
Se produce otra montonera de bikers que hace prácticamente imposible subir
sobre la bici. Mejor ya que con semejante rampas puedes quemar alguna bala que
necesites más tarde. Aprovecho para subir comiendo. Beber y comer. Comer y
beber. Esta es la norma básica de cualquier prueba y máxime si se trata de
resistencia. Tras pasar estas rampas seguimos subiendo la Florida (terreno asfaltado)
hasta el primer avituallamiento en las cuevas del Soplao. Vamos muy bien.
Comida rápida y para abajo.
La bajada a Celis es
muy peligrosa pero como había llovido la tierra se ha había compactado un poco y
se hizo muy llevadera. De Celis a Monte Aa vamos por asfalto. A buen ritmo.
Sigo comiendo. Estas premisas las tenía muy claras. Llegamos a Monte Aa,
decidimos subir 200 metros andando en una zona donde mantener el equilibrio
entre tanta gente era imposible. Los dos últimos kilómetros del puerto los
subimos a buen ritmo adelantando a un montón de gente. Enseguida veo que otro
biker se ha puesto a mi rueda y me sigue vaya por donde vaya. Con mi tamaño
debo ser un buen parapeto contra el viento. J
Parada rápida en la
cumbre y ponemos rumo a Ruente. ¡Menudo ambientazo! Te sientes como un
profesional cuando la gente te ánima tanto de manera anónima. Allí estaban mis
padres. ¡Qué bien! Como alegra ver caras conocidas. Me paro dos minutos con
ellos y les comento que me veo bien. Voy bien de tiempo y buena cara. Nos damos
unos besos y nos despedimos. En este punto pensaba encontrarme con Luis y María
que venían a vernos (¡¡muchas gracias!!) pero les dije que pasaría entre la una
y las dos y cómo íbamos bien pasamos antes de la una y por un minuto no pudimos
vernos. Seguro que el año que viene tomamos la salida juntos, ¿verdad Luis?
Ponemos rumbo al
siguiente Avituallamiento en Ucieda. Decido recargar las pilas bien. Media
naranja, dos bocadillitos de jamón, Aquarius y un plátano. Voy a subir el
siguiente puerto un poco lleno pero no puede faltar energía.
Toca subir el Moral,
un puerto que siempre se me ha dado muy mal. La carrera está ya muy estirada. Decido
una estrategia muy preventiva. Los primeros 4.5 kms son muy duros y decido
meter todo para ir con una buena cadencia. Constante. Siempre constante. Sin exhibiciones
que pudiera pagar caro. Garmi va unos metros por delante de mí. Le voy viendo y
me sirve de referencia. Agua. Nunca dejo de beber agua. Divido la subida en
tres trozos para que mentalmente sea más amena (el Moral son 12 kms
aproximadamente). Me adelantan algunos bikers y a su vez voy adelantando a
otros. Veo gente que ha pinchado o que anda con calambres por las orillas del
camino. Cruzo los dedos, espero no pinchar. A mitad de puerto veo que voy
bastante bien. Tomo un gel. Las piernas van bien. Carburan. Alcanzo a Garmi que
me dice que siga tirando si voy a hacerlo entero que no hace falta que le
espere. Nos despedimos. Seguro que el cabr** quería ver la final de la
Champions tranquilamente en casa. Y voy tirando para arriba. Constante, con
buena media y adelantando a muchos bikers. En los dos últimos kilómetros subo
el ritmo. Algún biker me jalea. Subidón. Corono y bajo sin parar. No puedo
perder mucho tiempo. El primer punto de control era a las 16:00 en el
kilómetros 83 y paso a las 15:15 (mejoro mis previsiones)
Rumbo a Bárcena Mayor
voy pensando que en ese momento he batido mi record de Kilómetros en una
salida. Madre mía. Me queda la mitad. Voy muy fuerte de cabeza. En el
avituallamiento de Bárcena no quedan muchas cosas,… me tomo dos pastelitos, una
barrita y para arriba. El puerto más largo y alto de la jornada. Pero pendientes
ideales para mí. Vuelvo a adoptar mi estrategia del hombre constante.
Poco a poco y para arriba. Es un puerto precioso. El más bonito pero
taaaaaaaaaan largo,…Las pulsaciones ya no me pasan de 155. Desde mitad del
puerto tengo las piernas bastante fundidas. Multitud de bikers se apean de la
bici y hacen tramos andando para volver a subirse cuanto retomen sensaciones. Otros
están tirados sobre las orillas estirando y descansando. El puerto es largo
pero no pienso bajarme de la bici hasta que haga cumbre (15 kilómetros de
ascensión). Algunos bikers y yo nos vamos haciendo la goma. Llego a la señal de
2.5 kms para la cumbre. ¿¿Todavía?? Gel para el body. La niebla cae sobre
nosotros y no se ve un carajo. Además hace mucho frío. Consigo coronar. Me
pongo el chubasquero, tengo frío. Toca una bajada larga y rota. Dura. Voy con
pantalón corto y guantes cortos. Madre mía se me están congelando los dedos.
Tengo que agarrar con fuerza el manillar por lo accidentado del terreno y no
siento las manos. Incluso me planteo orinar en mis manos para entrar en calor
como sea posible. Tomo la decisión de no hacerlo. Soy demasiado elegante.
Sin darme cuenta empezados a subir Ozcaba. El primer kilómetro y medio está muy
roto y la bici resbala un poco por las piedras húmedas pero consigo mantener el
equilibrio. A los cuatro kilómetros llego a un avituallamiento. Me dan un caldo
caliente. Qué gusto pero estoy helado. Por un segundo pienso en lo que me queda
y como estoy sufriendo pero por mi cabeza no pasa otra cosa que no sea acabar.
Esto es el infierno cántabro y si hay que sufrir más de la cuenta para que sea
épico se sufre. Plátano y subir Venta Vieja. Más niebla si cabe y lloviendo.
Estoy empapado. Me doy cuenta que en algún momento de la prueba he perdido mis
gafas super chulas de la muerte. Vaya,... Al Coronar graniza y me toca una
bajada durísima. Con el frío que hace tengo que bajar muy despacio porque la
sensación térmica del descenso me está haciendo sufrir un poco más de la cuenta.
Me adelantan un montón de bikers que había pasado en la subida. La verdad es
que como también soy un mal bajador son las zonas donde más pierdo pero
prefiero no pegármela. Cuando llego a los Tojos otro biker se ha estampado
contra el quita miedos. Buff, un escalofrío recorre mi cuerpo y este no era de
frío. No entiendo porque hay ciclistas que deciden bajar a tumba abierta con
semejantes condiciones. Me llaman al móvil. No puedo cogerlo. No siento las
manos y no puedo ni abrir la cremallera. A este punto voy fenomenal de tiempo
según el rutómetro que me había hecho en casa. Casi 40 minutos mejor de lo que
esperaba. Sólo tengo que ponerme a rodar fuerte para entrar en calor de nuevo.
Qué bonita es
Cantabria.
Y ahora toca la parte
que desconocía del terreno. La senda de Correpoco es una trialera donde se
juntan el barro con caca de vaca y las piedras. Una senda demasiado técnica
para mí y me toca patear. En el fondo lo agradezco porque andando me van
entrando los pies en calor. El problema es que al no conocer esta parte del
terreno mis pronósticos fallaron un poco y tardé más de los que esperaba. Gracias
a que iba bien de tiempo (sobre las condiciones que yo me había planteado)
consigo llegar 30 minutos antes de tiempo al punto de control en la base del
último super puerto. El Negreo. Duro, duro, duro,..
Una vez aquí estoy
convencido de que podré acabar. El cierre de control en meta es a las 00:00 y
tengo algo más de tres horas por delante. A pie del Negreo hay un avituallamiento
donde se acerca una niña y me llama señor y me pregunta que quiero. Señor.
Madre mía, si que debo tener la cara chupada. Eso me dolió pero era encantadora.
Me trajo un café, un bollo y agua. La gente está volcada y da gusto. Pero el
Negreo es una trampa infernal de rampas de hormigón y pendientes sólo a la
altura de los profesionales (o los amaprós, corredores amateurs de gran nivel).
Decido subir en la bici todo lo que pueda y los rampones a pata. Estoy vacío.
Mis primeros calambres en el muslo derecho. Me cuesta andar en semejantes
rampas. Cansado de empujar me vuelvo a subir en la bici y tirar de casta todo
lo que pueda. Adelanto un montón de bikers que también andaban empujando sus
burras. Cuando corono y pensé que estaba todo hecho todavía tengo que bajar el
último puerto de noche. Sí, de noche.
El foco que compré en
los chinos resulta ser una put* mierda. Mucho led y mucha ostia y no da ni
sombra. Me pongo detrás de un biker que parece llevar faros de xenón y le sigo.
Casi pierdo algún testículo por los baches que no veía pero conseguimos llegar
a Ruente. Se me va todo el estrés de la bajada. Sólo hay q tirar hasta cabezón
para terminar mi gran reto. Tiró de un grupo de 20 bikers como si no hubiera
mañana y ¡encima van jaleándome! ¿¿De dónde saldrán estas fuerzas de última
hora?? Llegando a Cabezón bajo el pistón. Quiero disfrutar de la entrada a meta.
La gente sigue animándonos sin parar. No me lo puedo creer. Jamás pensé que
sería capaz de semejante reto. Me acordaba de mi familia que tantísimo me anima,
mis amigos, los que me han apoyado y los que no, jajaja, de Germán que siempre
ha tirado de mí y me ha animado y de mi novia, por su paciencia, creer en mis
posibilidades y por apoyarme siempre en mis retos. Unas pocas lágrimas caen por
mis ojos. Objetivo conseguido. 14 horas y 49 minutos. Estoy feliz. Soy feliz. J
PD: Todavía no sé cómo
he quedado pero calculo que el 2.000 y pico. Da igual, el tiempo es lo de menos
porque el objetivo era cruzar la meta. Se han retirado unos 1.700 bikers. La
fórmula para finalizar la prueba: 50% piernas – 50% cabeza y tenacidad (algunos
lo llaman obstinación y otros
sencillamente dicen que soy un burro)